La pasividad favorece a los poderosos. Hay que reaccionar masivamente
Rubén
Alexis Hernández
La
pandemia de COVID-19 y las graves consecuencias en diversos aspectos derivadas
de las medidas gubernamentales, supuestamente necesarias para afrontar con éxito
la emergencia sanitaria, por obviedad desataron una enorme molestia en
numerosos ciudadanos en todos los rincones del orbe, que han reaccionado de
distintas maneras, incluso mediante protestas callejeras registradas en naciones
europeas, americanas, oceánicas, africanas y asiáticas. Se trata de una
auténtica rebelión espontánea planetaria contra el intento de las élites
globales de consolidar el nuevo orden mundial
corporocrático-totalitario-digital-cibernético.
Ahora
bien, así como muchos han reaccionado contra el intento criminal de los
poderosos por consolidar la mal llamada globalización o neoliberalismo mundial,
también hay millones de individuos que parecen estar conformes con la
complicada situación, otros a los que la manipulación informativa-mediática-gubernamental
ha idiotizado completamente, y numerosos seres que simplemente son unos
desgraciados mediocres que tienen miedo de luchar por su bienestar, su libertad
y su dignidad. Claro está que no se trata de una pelea fácil, considerando, por
ejemplo, que el Statu Quo cuenta con el apoyo rotundo de las fuerzas armadas
para ahogar cualquier rebelión a punta de balas y bombas. Pero no hay otra
forma de cambiar el panorama oscuro que ya vive casi toda la humanidad; un
mundo diferente, más solidario, justo e incluyente jamás será proyectado por
las élites, quienes por lógica sólo velan y velarán por sus intereses egoístas.
La
pasividad de bastantes personas en el marco de la tragedia socioeconómica y de
otras índoles que vive gran parte de la humanidad, no hace más que favorecer a
los poderosos, que así se sienten cómodos y siguen haciendo de las suyas, enriqueciéndose
aún más y hundiendo a centenares de millones en la pobreza y miseria en plena
emergencia sanitaria. Entonces es urgente que cada día se sumen más y más
ciudadanos en el planeta a luchar contra el nuevo orden mundial-criminal en
ciernes, enérgicamente y de todas las formas posibles. Las rebeliones que hasta
ahora han ocurrido son importantes, pero es necesaria una mayor intensidad,
magnitud y participación popular. Valga imaginarse qué pasaría con el Statu Quo
capitalista-neoliberal-global (incluyendo al mal llamado socialismo o comunismo
de países como Rusia, China y algunos de sus aliados en América, Asia y áfrica)
si en el mundo entero ocurrieran gigantescos estallidos sociales al estilo del
llamado “Caracazo” (Venezuela, 1989), o si millones de individuos salieran del
radar estatal al establecerse en comunidades autosuficientes desde todo punto
de vista, proceso que ha estado sucediendo en pequeña escala.
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